A medida que vamos cumpliendo años, nuestras capacidades van menguando. El declive de las funciones cognitivas asociadas a la edad, pueden compensarse mediante la estimulación cognitiva.
La sociedad, poco a poco, se está concienciando de la importancia del ejercicio mental. En mis inicios profesionales, tan solo se contemplaba la estimulación cognitiva en personas que presentaban una demencia. Con los años, y gracias a las políticas que abogan por la promoción de la salud, finalmente se ha visto la necesidad de trabajar con personas mayores también desde la prevención, en los Talleres de Memoria. Ahora deberíamos dar un paso más, y ampliar este marco de prevención ya desde la etapa adulta, está en nuestras manos hacerlo.
Tendemos a acomodarnos en nuestra zona de confort, que nos da la falsa seguridad de estar perfectamente. El hecho de que nos desenvolvamos satisfactoriamente en nuestro día a día, a pesar de que reconozcamos tener algún error de vez en cuando, puede hacernos pensar erróneamente que no necesitamos la estimulación cognitiva.
Diversos motivos pueden llevarnos a activar nuestra mente. Solemos interesamos por ello cuando detectamos ciertos fallos de memoria que nos preocupan y queremos corregir. Otras veces por miedo a padecer la enfermedad de Alzheimer u otras enfermedades neurodegenerativa, sobretodo si tenemos antecedentes familiares y/o hemos vivido la experiencia de cerca. También tras el diagnóstico de una enfermedad neurológica. O simplemente como prevención, velando por nuestro bienestar.
Ciertamente, cuanto antes ejercitemos nuestra mente, dispondremos de mejores niveles cognitivos y de más recursos en caso de presentar algún problema neurológico.Es muy recomendable integrar la estimulación cognitiva de forma preventiva como un hábito saludable y no esperar a que haya un déficit para compensarlo.
El nivel de los ejercicios que resolvamos, han de estar en consonancia con nuestras capacidades cognitivas. En general, deben suponernos cierto esfuerzo. Ni demasiado fáciles, ya que perderemos el interés. Ni demasiado difíciles, ya que nos generaran frustración. La efectividad de la estimulación reside en la variedad. No es recomendable limitarnos a realizar siempre un mismo tipo de ejercicios o sólo aquellos que nos gustan, debemos trabajar todas las áreas cognitivas. Es más importante hacer el esfuerzo, que realizar el ejercicio correctamente.
Intensificaremos la estimulación en función de nuestra situación cognitiva. Haremos una diferenciación atendiendo a si la estimulación es preventiva o si tenemos algún déficit, en este caso la dedicación deberá incrementarse. Lo realmente importante es que haya una continuidad. Generando hábitos saludables, relacionados con la ejercitación de nuestra mente, conseguiremos reforzar nuestras conexiones neuronales.
Es totalmente incorrecto pensar que la activación mental es exclusiva de las personas mayores, los adultos también deberíamos interesarnos en ella.