LA SOLEDAD DE LOS MAYORES EN LA PANDEMIA

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El confinamiento, y las medidas restrictivas en general, están dificultando los contactos, incluso entre los miembros de una misma familia. Todos estamos limitando nuestros encuentros sociales, pero sobretodo las personas mayores, al ser más vulnerables y presentar más riesgo de contagio con peor pronóstico. El miedo a poder transmitir la covid-19 a nuestros seres queridos más mayores, desgraciadamente ha incrementado su aislamiento y sentimiento de soledad. Para este sector de población, la ruptura con sus vínculos sociales ha sido drástica.

Las personas mayores están viviendo con mucho miedo esta pandemia. Este sentimiento se entremezcla con momentos de tristeza y soledad, por la escasez o merma considerable de interacción social. En muchas ocasiones este aislamiento forzoso, a pesar de tener cubiertas las necesidades básicas, hace que se perciba como un abandono. Estos sentimientos se incrementarán aún más, cuando personas queridas muy cercanas se hayan visto afectadas por el coronavirus.

La pandemia, desde la óptica de una persona enferma de Alzheimer, es francamente desoladora. La dificultad en entender y recordar la situación restrictiva que estamos viviendo, les provoca sentimientos de frustración y tristeza. Les cuesta mucho entender la ausencia de sus seres queridos, aunque en muchas ocasiones, si se produce un encuentro, tampoco lo recordarán. Su vivencia es de abandono. Además, el aislamiento favorecerá que la pérdida cognitiva se acelere, sobretodo si viven en el domicilio. En muchos casos los cuidadores han tenido que lidiar con el familiar enfermo, sin ninguna ayuda, por las estrictas restricciones dictadas y por prevención.

En el ámbito residencial se están adoptando medidas rigurosas para proteger a los residentes del coronavirus. Estas varían en función de la evolución de la pandemia y de la situación específica de cada Centro. En todo este tiempo han comportado la aplicación de normas muy limitantes que están afectando emocionalmente a los residentes. Desde el inicio de la pandemia, la dinámica social del Centro con el exterior ha sufrido un cambio abrupto. Esto ha afectado negativamente a los residentes, que además ven limitados los espacios habitables, como medida de prevención. Las familias han tenido que hacer un gran esfuerzo en todo este tiempo, con un mínimo contacto con sus mayores ingresados.

Es muy importante que las personas mayores mantengan una comunicación fluida con su familia. Aunque físicamente sea difícil reencontrarse, la tecnología puede facilitar esta conexión tan necesaria. Establecer una rutina diaria para mantenerse ocupados, alejará los pensamientos negativos tan desfavorables. Es muy recomendable realizar actividades diversas diariamente, siempre dentro las posibilidades de cada persona. Además, es importante activar las funciones cognitivas para prevenir un deterioro, la inactivación lo favorecerá. Tampoco debemos descuidar el ejercicio físico, salir a caminar diariamente contribuirá al mantenimiento de una buena salud. En caso de tener dificultades físicas, las salidas al exterior también serán muy beneficiosas a nivel psicológico.

La situación pandémica que estamos viviendo debería hacernos reflexionar, dar valor a aquellas cosas que son realmente importantes y solidarizarnos con aquellos que necesitan ayuda.

 

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